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27 de abril de 2013

Andrés Fernando Castaño


Hoy tenemos en La Letra Crítica a Andrés Fernando Castaño, autor de El hondo pozo de la noche y de Donde reposa el sueño de las orquídeas. Desde Bogotá nos va contar su experiencia en varios certámenes y nos hablará de sus libros entre otras cosas. Además os dejamos su blog para que podáis conocerle mejor: http://vquijano.blogspot.com.es/

Nombre completo: Andrés Fernando Castaño.
País: Colombia.
Estudios o profesión: escritor y redactor freelance.
Edad: 35


"Considero que el escritor profesional, o al menos el que aspira a serlo, debe forjarse a si mismo con sus propios yunques y martillos: es decir, disciplina, autocrítica, capacidad de observación, perfeccionismo obsesivo, etc. Alguien que aspire a escribir, al menos una obra sino maestra, bien estructurada y con rigor artístico, deberá pasar por el tamiz de la escritura y corrección solitaria y la lectura de los grandes clásicos."




- ¿Cuándo despertó su pasión por la escritura?

Recuerdo que desde muy niño siempre estuve rodeado de libros. En la casa de mi abuela paterna, mi tío-abuelo, era aficionado a la lectura, a la música clásica y en general a todo lo que fuera cultura. En la sala de esa casa, había un sofá con una pequeña biblioteca que yo exploraba. Estaban allí, recuerdo, el Tesoro de la Juventud, una enciclopedia quizá de los años treinta o cuarenta, que me hizo tomarle amor a los libros. También se encontraban los clásicos de la editorial Jackson: Flaubert, Zola, Dostoievsky, etc.


- Hay muchas personas que se pasan toda la vida soñando sin lanzarse a por ello. En ocasiones asusta el hecho de enfrentar nuestra obra a los ojos críticos de los editores. ¿Cómo se decidió a publicar?

Bueno, publicar en países latinoamericanos es bastante complicado: pasa prácticamente por el delirio, pues hay que contar con dinero para subvencionar en parte la edición, que de un autor novel para una editorial, es prácticamente un disparate. Tengo publicados los dos primeros libros en ww.autoreseditores.com porque precisamente abren la oportunidad al autor de pagar solamente la impresión que va incluida en el coste del libro y las regalías, si quiere percibir algo por la venta de su obra. Es esencial para un escritor ser leído, si quiere que su obra sea conocida. 


- Dicen que cada personaje lleva siempre una parte del autor. Rasgos de su personalidad, pensamientos, apariencia... ¿Cree que es inevitable aportar a nuestros personajes algo de nosotros mismos?

Desde luego. Dice Vargas Llosa en Cartas a un joven Novelista, que un escritor que no ha vivido: entiéndase esto como digamos tener una actividad como un trabajo o manera de ganarse la vida, una vida íntima, amigos, haber tenido pérdidas en cualquier sentido, rechazos, etc., sencillamente no ha vivido. Si tratamos de plasmar algo que no hemos vivido esto va a percibirse como una impostura. A la hora de escribirlo, de describir que en definitiva es la literatura, narrar, se va a sentir como postizo, artificioso y poco creíble. Desde luego los personajes son reflejos del autor, consciente o inconscientemente. 



- Algunos escritores aparecen de la noche a la mañana, otros se pasan años escribiendo hasta conseguir lo que buscan. ¿Termina todo lo que escribe o tiene borradores inacabados?

Tengo muchos borradores. Muchas veces eso que no entendemos muy bien los escritores noveles, que carecemos de la experiencia de un Philip Roth, García Márquez, Tostoi, Mann o Dostoievsky: la construcción de una obra narrativa o incluso poética como Ezra Pound o Dante. Generalmente trabajo siguiendo el método que Javier Marías sugiere en un libro: dejar que la historia y los personajes nos vayan llevando al destino que es necesario. Los saltos en la secuencia: conflicto–peripecia o nudo–resolución-fracaso o triunfo, se van tejiendo poco a poco. La narración es como una urdimbre. Si un autor como es mi caso, no puede sistematizar, voy dejando que la intuición de cada personaje resuelva la narración. Aunque hay textos que parecen madejas o laberintos de espejos y uno nunca termina de verles la salida o la estructura. 



- Para todos aquellos que aun no se han animado a comenzar a escribir, cuéntenos, ¿qué se siente al sumergirse en el mundo de la escritura?

La escritura es un proceso de taumaturgia. Es preciso tener una contención entre la pasión, o la “inspiración de las musas” y la razón o el pensamiento puramente racional. Dejarse llevar por la pasión de lo que se quiere decir presa del entusiasmo o la hybris, la soberbia de que hablaban los griegos, a veces no conviene mucho. Sin embargo, si la historia ya está fraguada en la mente, como dice García Márquez, haberse contado la historia para sí mismo muchas veces, hasta el hartazgo, conviene escribirla de una sentada. Por esta razón no siempre fragua un texto, sobre todo un cuento que requiere que salga perfecto, cerrado, circular. La novela, concuerdo con Borges, tiene mucho ripio y relleno. Aunque es el género más popular hoy día y que más se vende.

 

 - Ahora una cuestión de animación a la lectura para los más jóvenes, ¿qué libro recomendaría a un adolescente que aun no ha conseguido convertirse en lector?

Es importante empezar con obras maestras de la literatura. El Quijote es esencial para hallar corazón de lo que es narrar. Cervantes en la primera parte no sabe bien a dónde  pueden llevarlo sus personajes; la segunda parte es más coherente, sólida, Cervantes tenía claro lo que hacía. La Metamorfosis de Kafka, recuerdo, me impulsó a tomar el impulso para escribir. Sin embargo recuerdo que leyendo Muerte en Venecia tuve la necesidad de tomar un lápiz y un papel. Lean todo lo que puedan: Dickens (Cuento de Navidad), Dostoievski (Noches Blancas), Tolstoi (Sonata a Kreutzer), García Márquez (Ojos de perro azul). El escritor sigue siendo siempre, en el fondo, un lector con un lápiz y muchas ganar de editar a Homero, Joyce o Flaubert.

 


- Cuéntenos de qué trata su libro El Hondo Pozo. Su opinión como autor, no la sinopsis oficial. ¿Cuál fue su inspiración? ¿Cuánto duró el proceso creativo?

Este libro se conformó con relatos dispersos. Algunos como el de Baruch Spinoza, La Geometría de las Pasiones, llevaba casi siete años, desde 2006, escrito como un borrador que retomé sin saber a dónde iba a llegar. Fue el que me costó esfuerzo terminarlo. El cuento El Ángel de la muerte, sobre un paramilitar desmovilizado que no puede escapar a su destino de muerte y locura, también me llevó varios meses terminarlo, basado en un borrador que creía no me serviría para nada. El primer cuento me tomó unas cuantas horas, fue saliendo sin pensarlo. El último, es breve me tomo una noche escribirlo –luego vienen las correcciones– y tiene una estructura como los cuentos de La Muralla China de Kafka, es un homenaje al gran escritor checo.



- ¿Podría mostrarnos un fragmento de algún escrito suyo que le guste especialmente?

Es muy complejo elegir alguno, como a los hijos, a los escritos uno siempre le ve defectos, quiere que sean perfectos. Es muy difícil presentarse ante los que no saben quién soy. Quiero compartirles este fragmento de La Geometría de las Pasiones que es sobre Baruch Spinoza, el filósofo judeo-holandés.

«¿A Él... qué puede importarle mi destino, mi insignificante destino?", le dijo al rabino, cuando terminaba de leerle la condenatoria sentencia, el herem, la maldición de los hijos de Israel. Spinoza no pudo evitar esa sonrisa sardónica, entre la burla y la solemnidad, que lo caracterizaba, cuando la letanía de maldiciones crecientes en la densa penúmbra que tenebrosament crecí medid que  el  rit avanzaba  mientras  las  velas  se apagaban,  moment en  que  el  mundo  retornaba  l oscuridad  primera,  entre  las lúgubres llamadas del cuerno ceremonial, desterrando así, al blasfemo Baruch Spinoza de su seno.
Era la muerte de su ethos judío, que saa de los labios del rabino: "Maldito sea al acostarse y al levantarse...; maldito sea de noche y de día...; maldito sea al entrar y al salir...; maldito sobre todos los animales y las cosasMaldito..." Benedictus era ahora Maledictus. El rabino y toda la judería de Holanda, se rasgaban las vestiduras por una simple razón: discrepar del dogma teológico. Un pensador tiene la necesidad de ser un libertario: ese era su ideario. Su tratado  Teológico-Político, donde sostenía que los milagros no eran más que utopías, y la sagrada escritura era una invención literaria, le granj la abominación del gueto y el escarnio de la judería.  En su férreo estoicismo, justificaba la ignorancia oscurantista del los doctores de la fe, diciendo para , que los ciegos nunca verán la verdad aunque esta brille ante sus ojos cegándoles. Todo no era más que  palabras. Simples y llanos símbolos del Logos para representar el complejo mundo con el transitorio instrumento de una lengua pasajera. También su Ética, con la diferenci que  l obra  l escribía   para  derrumbar  es abominabl dogmatismo metafísico,  era  una  obra  hecha  de  palabras Un   monumental  sistem filosófico, demasiado ambicioso para su tiempo y  que habría de convertirlo en un filósofo maldito, un  sant un  demonio,  héroe  villano.  "Los  hombres  no  pueden  desligar  de  su naturaleza el odio o el amor", pensaba, "permanecen esclavos de las pasiones". El tiempo, la ciudad y la noche; el mundo y sus miserias quedaban ats, a su paso caviloso bajo el brillo de la luna sobre los canales



- ¿A qué edad comenzó a interesarse por la lectura?

Desde digamos los cinco o seis años, aunque estuvo primero la música, soy un músico frustrado que trata de hacer algo parecido con poesía. Leía mucho como dije al principio, artículos de la enciclopedia juvenil con olor a naftalina. Cuando tenía unos doce años, leía mucho la Biblia. Es una gran novela que estimula mucho la imaginación. Recomiendo que la lean sin pensar en ninguna religión, como escritores.

 


- Los escritores son ante todo lectores, ¿cuál diría que es su autor favorito o su obra predilecta?

Hay muchos. Me parece inmenso Robert Graves él es conocido por Yo Claudio, novela adaptada por la BBC para televisión. La leí y está muy bien escrita, entreteje la trama de los poderes detrás del poder en la Roma antigua. Sin embargo hay un libro clave de él: La Diosa Blanca, una gramática de la lengua poética en Europa, sobre todo en el mundo celta, sajón y mediterráneo. Es un libro capital para comprender que es en la poesía que comienza todo. Un autor citando a Fernando Vallejo, debe tener en cuenta que la literatura es ante todo: música y ritmo, si carece de alguno de estos dos elementos, un texto no va a gustar, es como tocar en un violín desafinado y sin técnica. Me gusta mucho Borges, siempre trato de hacer algo semejante a su poética literaria. Octavio Paz es gran poeta y ensayista, es un referente. Están Mann, Joyce, Dostoievski, Tolstoi, son muchos.



- Ha escrito varios poemarios que ha publicado, como Donde reposa el sueño de las orquídeas. ¿Podría hablarnos de esta obra y de lo que intentaba transmitir en ella?

Este poemario se fue dando con poemas escritos de manera independiente. No puedo concebir un poemario sobre un tema, el poeta siente una necesidad de escribir sobre algo: un perro, una mujer, una muerte, una imagen, una melodía, etc., y escribe. Mis temas en poesía quieren explicar la visión poética particular que tengo sobre la soledad, la muerte, la melancolía. Creo que en gran porcentaje al pensar en un poeta se piensa en un autor que versa sobre el amor o imágenes de idilio amoroso. Es un rezago del siglo XIX, que se ha revaluado. Sin embargo en la poesía con vocación de arte puro, pienso, es válida cualquier cosa para expresar la idea o comunicársela al lector. Pretendo ante todo estremecer al lector con un verso. Mi mayor ambición que es quede en la memoria.


- Nos comentó que en 2003 participó en un certamen de poesía y nos preguntábamos si podríamos leer el escrito que presentó.

Desafortunadamente no. En ese tiempo lo escribí a máquina y los originales se perdieron –afortunadamente–. Pero puedo compartirles uno que me valió un accésit o mención en el concurso María Pilar Escalera 2011.

Tejares
Aleros entrañables de la infancia
ahora habitados por enredaderas.
Los hospitalarios techos de la estancia,
colores clareando en mi memoria
y sus rojos tejados de arcilla,
protectores recogiendo lluvia antigua
por sus canales escarlatas.
Tejados resguardando esa niñez ya tan lejana.
Cálido techo de veranos pasados.
¿Serán aquellos donde buscan sombra
en tardes de lluvia los recuerdos?.


- Háblenos de otros certámenes en los que ha participado y cuéntenos cómo fue la experiencia de ponerse en manos de un jurado.

Participé en varios pero solamente en el certamen Maria Pilar Escalera 2011, donde tuve una mención entre más de 1000 autores de todo el mundo que enviaron sus trabajos por Internet, digamos que el jurado pensó que lo que escribí valió la pena. Ser leído por un jurado y aprobado es siempre venturoso y satisfactorio como escritor. Ahora bien, puedo decir que uno no sabe lo que pase por la mente del jurado entonces queda su obra al garete, en manos del azar. Sin embargo he participado como jurado en este concurso en 2012 y analizar y juzgar las obras ajenas siempre es un oficio un poco arbitrario: no tengo la autoridad poética suficiente para decir si este verso es malo o no, pero si puedo decir, eso es lo que hace en el fondo cualquier miembro de un jurado, si un verso me gustó o no.

  


- La poesía es un género que transmite emociones. ¿Cuál es su sentimiento predominante? ¿Amor, tristeza…? Queremos saber qué encontrarán los lectores en sus escritos tras esta entrevista.

Me gusta expresar la abrumadora carga que trae la tristeza. Pienso que la mayor parte del tiempo el hombre no es feliz, trata de paliar el dolor de la vida por momentos, pero la vida es trágica principalmente. Hablo en mis versos sobre lo melancólico, la perplejidad que producen episodios como la muerte o la soledad. Mi referente poético es Octavio Paz, su poesía está cargada de un halo trágico y filosófico. Hay un poeta argentino Manuel Lozano, que leyó Borges y también me ha inspirado mucho, es un poeta prodigioso. Un poema puede asaltarme en medio de la madrugada y tengo que tomar la idea ahí, porque la poesía es un ave más recelosa que la prosa digamos. Se va y nunca más puede que llegue de nuevo ese verso.  

 


- Para terminar una pregunta que nos lleva de nuevo a su origen como lector. ¿Recuerda cuál fue el primer libro que leyó o el primero que le caló de verdad?

Tengo fresco en mi memoria cuando tuve que leer La Vorágine de José Eustasio Rivera, para un trabajo escolar, como a los once años. Me atrapó mucho. Aun tengo vívida la imagen de Arturo Cova perdido en la manigua de la selva junto a Alicia. Es una de las grandes novelas latinoamericanas que describe ese mundo brutal y despiadado de la explotación cauchera donde el ser humano no valía mucho comparado con ese líquido viscoso que salía de la corteza de un árbol. Vargas Llosa tiene un libro interesante El Sueño del Celta, que toca el mismo tema visto por ojos de un europeo, Roger Casement, que denunció por primera vez los abusos. Esa novela de José Eustasio Rivera, me abrió una ventana a la condición humana en un mundo cada vez más mercantilista, materialista y donde todos hacemos parte de un engranaje de producción, aunque sea artística. Hace poco una editorial de prestigio, Oveja Negra, leyó los textos que ahora por fin pude publicar, en la página mencionada, que nos da esta gran oportunidad. Me pidieron más o menos dos mil dólares para pagar gastos de edición. No pude dejar de pensar con pena, que la industria editorial, también se ha convertido en eso que tanto denunciamos los escritores. Muchas gracias por la entrevista.


Utopía Crítica.

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